Una ley para defender los humedales

Una ley para defender los humedales

Mucho hemos dicho sobre la importancia de los humedales como ecosistema, la necesidad de protegerlos para los que vivimos cerca o lejos de ellos. El planeta tierra es un todo, para que alguien viva en una ciudad o zona rural y goce de ciertas posibilidades es necesario que el conjunto, aún aquellos sitios que nunca visitaremos, funcionen, vivan. Hay espacios naturales que no deben ser habitados pero hacen posible la vida en otros lugares, casi sin darnos cuenta dependemos del funcionamiento de todo el conjunto. Por eso la destrucción o protección de algún ecosistema en particular termina, tarde o temprano, condicionando la vida de todos, en cualquier parte. Cuando hablamos de humedales, hablamos de ecosistemas con un funcionamiento propio, que regulan el comportamiento de los cursos de agua, son el resguardo natural de miles de especies de flora y fauna. Hablamos de espacios que se encuentran amenazados por la expansión de la frontera agrícola y por la especulación inmobiliaria. Hablamos de rellenos, de desmonte; que generan inundaciones, afectando a miles de personas, que pierde todo bajo el agua. Proteger los humedales ya no es un mero afán conservacionista o de investigación. Proteger los humedales es proteger las poblaciones ribereñas de las inundaciones, la calidad de agua de los acuíferos subterráneos y ríos. Los humedales son pequeños reductos de enorme riqueza y sobre los que el hombre no debe avanzar. Debemos entender que en esos sitios no podemos construir ni producir como si fueran cualquier barrio o planicie. En las riberas de la provincia de Buenos Aires, vivimos día a día la destrucción de estos ecosistemas. Los espacios públicos se privatizan, se desmontan los bosques ribereños y las selvas marginales, se rellenan los terrenos que las crecidas normales de nuestros ríos inundan (valles de inundación) para construir barrios cerrados u otras obras. Un problema que nace como ambiental, pero se transforma en un gran conflicto social, porque barrios que estaban en zonas no inundables, terminan bajo el agua, luego de las modificaciones de suelo (Relleno de zonas bajas donde se acumulaba el agua). Y En otras provincias suceden cosas similares: campos inundados, crecidas que desbordan y arrasan con todo, espejos de agua contaminados. Lo cierto es que debemos entender que si estos bienes naturales comunes peligran, corremos serios riesgos. Todos estamos en peligro. El 16 de noviembre el Senado de la Nación tratará el proyecto de ley de protección de humedales. Necesitamos de manera urgente una ley que ponga fin a esta destrucción. Que asegure la conservación de estos ecosistemas para el presente y el futuro de todos. Los poderes del Estado tienen en sus manos mucho más que una ley. Tienen en sus manos la supervivencia de comunidades. Tienen en sus manos el patrimonio natural, cultural, social del pueblo argentino. De ninguna manera la protección de un humedal puedo obstaculizar el desarrollo popular, más bien todo lo contrario. Los que se niegan a gestionar o legislar para la protección de los humedales están decidiendo la muerte o la mala vida de todos. ¿Algún legislador puede dudar ante semejante disyuntiva? Desde las localidades ribereñas, desde las cuencas contaminadas, desde las viviendas que quedan a metros debajo de los countries, les decimos a todos los que el 16 tendrán el privilegio (que les hemos dado con el voto) de decidir, que no pueden dudar, que no hay otra posibilidad que comenzar a proteger los humedales. Les decimos que no queremos, tarde, que repartan colchones, pañales, lavandina. Que queremos hoy vivir con dignidad, seguros, en armonía con nuestros ríos. 14 de noviembre de 2016